#BodaPepe
El sábado pasado asistí a una boda religiosa. Un compañero de la empresa para la que trabajo nos invitó. Sí, tocó ir en grupo, recorriendo más de 30 kilómetros desde Metrosur. Esa tarde vestí la vieja guayabera blanca y me tocó estrenar (ajá) un pantalón khakis. Agradables telas, me sentí cómodo durante todo el evento. La pasé bien. Una semana antes se nos informó que la ceremonia iniciaría a las 3:30 pm. 45 minutos antes llegamos al lugar. Hubo espacio para ir a mojar los pies a la orilla de la playa, pero, el astro rey incomodó con su fuerza a mis acompañantes. Luego, el trípode, la cámara y mi intención de usar por segunda vez el equipo me mantuvieron apartado del grupo por hora y media. La espera justificada en los rayos solares, dieron la oportunidad para que algunos bañaran a los chiquitines en pañales. Un momento familiar. Un instante distinto. Una boda donde se escucharía el nombre "Jehová" muchas veces. Como pudo ser en el 2010. Como nunca fue. Porque la religión une y divide. Etiqueta y resguarda. Y si falta equilibrio y comprensión, sobran razones para la separación. Me pasó. 2012. Pese a todo, deseo larga vida al matrimonio Peña-Pérez. Unidad sobre el evangelismo. Aprovechen. Adelante. Y gracias por la invitación
PD: Me enamoré de la fotógrafa. Desde el minuto 8 en la cancha.
#mrarc
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