¿Maestro bueno?
Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno ? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, dios . Mc. 10, 18. La fe, dicen, consiste en creer o tener confianza en aquello que no se ve. A veces, pienso que los seres humanos pasan a confiar demasiado en otro de su especie. Las razones serán variadas. El parentesco, la afinidad, los intereses comunes...y ¿la religión?. A ciegas se otorga lugar, posición, atención y orden a esa persona. El pedestal se forja en nuestra mente y, a veces inconscientemente, en nuestro corazón. Entonces, la interacción social y el ejercicio de ésta facilita caer en los excesos: Sumisión, idolatría, veneración y subordinación. La costumbre dobla a la razón y el estado de necesidad prolonga el desequilibrio. Luego, aparece el daño, el maltrato, la violencia e imposición de voluntades y deseos. Y mejor no hablar de los delitos, suficientes líneas vendrán. Una mujer levantó la voz. Valiente, fuerte y consciente de la realidad, decidió hablar ante los Medios. Lo dem