Hipo
Nunca me agradaron las mascotas. De niño tuve un perico. Jugando lo maté. Murió asfixiado entre dos huacales. Lo abandoné. Una tragedia que sucedió hace más de 25 años. Historia. Mi padre es médico veterinario. Por vocación y profesión. Ni modo. Tocó tolerar. Ahora, ¿por qué mi desagrado? Simple: En este universo, pienso, cada elemento tiene su tiempo y espacio. La contaminación, por mínima que sea, nos afecta a todos. Cadenas, estructuras y orden natural. Ni una jaula, ni una "casita" , menos el colchón de tu cama o esa sábana vieja que arrinconas en tu casa, podrá sustituir el hábitat que la naturaleza dispuso para los animales. ¿Zoológicos? El hombre jugando a ser el Puto Amo. Un clásico. Mejor ni menciono al sistema educativo. Porque justificaciones sobran. Apestan. Igual o más que el área donde habitan los animales en ese Parque. Un asco. Y todo para qué: La pinche gana del humano de sentirse superior, el de arriba en la escala, el que hace y deshace. Bíblico. ¡Imagínes