Vecindad
Quince viviendas, un pasaje y un área verde. Casi tres décadas dentro de una misma residencial. Vecinos van y vienen. Sobre todo al lado izquierdo. Me acostumbré, una vivienda en constante alquiler. Asfalto testigo de sonrisas, gritos, caídas y corridas. Una niñez feliz, detrás de una pelota, montado en una bicicleta, reventando cuetes, jugando escondelero, tantarro, fútbol y basquetbol. Insisto, niñez contenta, al margen de la convivencia familiar. Adolescencia similar, con un poco de rebeldía y mala influencia (?). Igual gocé, fui libre y feliz. Hoy, 27 años después, al observar bajo otro enfoque, salir corriendo como cuando tocabas el timbre del vecino, disculpen pero...ya no es opción. Toca resolver, como adulto, consciente del beneficio, procurando solución. Y ahí vamos, formando parte del Comité, escuchando quejas, revisando documentos, compartiendo opinión, expresando ideas. El futuro e Ignacio. El plazo se encoge y el destino exige acción. Acá estoy.
Se ha escrito,
Paz.
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