Orgullo obeso

La fotografía afirma que fui un niño obeso. El peso "ideal" llegó a los 18, acompañado del amor hacia una mujer. Figura de revista nunca. La cintura conoce las tallas 34, 36 y 38. Actualmente, 37. Sí, lo sé, debo ejercitarme. Abandoné el dato de la báscula. El sobrepeso lo percibo al subir gradas y respirar. O cuando no cierra el pantalón. Las quejas no deben cegar, ni detener. Actividad física, dieta correcta y una buena digestión. Habrán más "salidas", no lo dudo. Agréguelas usted. La obesidad mata. El sobrepeso estresa, incomoda, baja autoestima. El mercado ofrece, usted compra. Cremas, pastillas, masajes y terapias. Tiene de dónde escoger, no se abata. Mientras tanto, surge la pregunta: ¿habrá "cura" para la obesidad de orgullo? Sí, esa que te aleja del ser amado, manifestándose en frases llenas de vanidad y soberbia. La misma que te hace pensar que eres un ser perfecto, puro y libre de pecado. Aquella que multiplica la queja y la crítica hacia las personas que te rodean. Ajá, exacto, la que acumuló grasa en las arterias y nervios, obstruyendo a la razón y a la caridad en tu ser. ¡Debe de haber una cura! No sé si tendrá marca o la venderán en farmacias Económicas. Seguiré investigando.

Se ha escrito,
Paz y Bien.

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