Míster desayunos

El otro día, angustiado por la necesidad de poseer un casco para conducir bicicleta, bajé al centro histórico de San Salvador. Error, lo hice en domingo. Recuerdo aquella mañana caminar a un costado de catedral metropolitana. Debí quedarme en misa. De haberlo hecho, aplicaba aquel dicho: "No solo de pan vive el hombre". Tache en mi libreta de calificaciones. Ni modo. Después del "tour" por las calles y avenidas anchas de la capital, tomé el autobús hacia la casa, resignado a no poder comprar el casco ese día. A media ruta decidí bajarme de la  unidad de transporte. Me quedé en Metro. El relój del móvil me informaba que eran las 8:19 am. Pocos locales abiertos. Igual número de gente en los pasillos. En aquel lugar apenas amanecía. El hambre denunciaba la crueldad del paso de largo por los restaurantes. La indecisión por las conveniencias materiales. Media hora de tuiteo intenso. Alguna que otra incomodidad desde la banca de madera y la visita al Míster Donut. La intención de adquirir un combo, pese a su precio, versus la decisión final adoptada. La cebada tengo más de dos años de no probarla ahí. Chocolate solo en "capuccino". Las dos yemas y ese pan francés dotaron de alegría aquel desayuno. Solo, extrañando vía tw. Un domingo más. De esta forma, que sea el último.

Se ha escrito,
Paz y Bien.

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