Rechazo al Penny
Las monedas, sí, esas que en "gringolandia" les llaman "Penny". No, no se confunda. No se trata de un acto de discriminación racial. ¡Jamás! En esta ocasión, quiero hablarles sobre el metal redondo en denominación de un centavo de dólar. ¿Ya sabe a cuál me refiero, verdad? Bueno, si usted circula en nuestro país en transporte colectivo, seguramente en más de una ocasión se ha visto en la necesidad de pedir prestada una o dos monedas de esas para completar el "pasaje". O si usted anda en su carro y se acerca a una tienda donde le piden 12 centavos por la bolsa con churritos y solo anda diez u once. Tanto el cobrador o el motorista, como el propietario del negocio le hará mala cara. Capaz y lo bajan del microbús y olvídese de la boquita. Esa no sale del changarro si usted no entrega su precio completo. Sí, no cabe duda, un centavo puede ser, pero en este mundo dominado por el capitalismo, la diferencia, créanlo, vale mucho. Desgraciadamente. Y, bien, ayer, mientras el semáforo me detuvo allá por CIFCO, una mujer que acababa de regalarme de mala gana una rosa, luego de haberse retirado de mi lado, regresa convencida que lo suyo NO fue una donación sino una vil venta sin voluntad del "comprador". Ella me pidió un centavo, yo le iba a entregar diez, molesto previamente por su actitud, y, para mi sorpresa, se quejó, se indignó, me vio mal y no quiso recibirme las monedas. Lo demás, quizás ni valga la pena describirlo. Faltó actitud, sin duda. Siempre ha llamado mi atención el hecho que la gente en la calle, hambrienta, sedienta y desnuda, prefiere casi siempre el dinero. Como si un pan con frijoles no podría alimentarle. Como si 500 Ml. no calmaría su deshidratación. Una fea costumbre del materialismo, del culto a ese "dios", de una sociedad egoista. Eso debe de cambiar. Más amor y menos plata. Por ahí podemos empezar.
Se ha escrito,
Paz y Bien.
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