Los indios y el Evangelio
Este día, por cuestiones de trabajo, tuve que visitar el municipio de Ahuachapán. Decidí hacer el viaje en transporte colectivo, pese a los antecedentes recientes en la ruta 202. No podía postergar más el viaje. Tomé valor, hice el programa y partí temprano de mi lugar de habitación. Si mi memoria no me falla, tenía más de un año de no circular en buses interdepartamentales (a gran escala, pues). Viajo en la 101-D cuya ruta se mueve prácticamente en dos departamentos, pero, poco o nada se siente ese paso geográfico. Esta vez me separaban más de 100 kilómetros de distancia con mi destino laboral. Apuré la marcha. En la terminal, el recuerdo que me ubicó correctamente, las consultas en la caseta, el análisis por conveniencia tiempo-plata y el ticket. Decidí abordar la "Especial". Escogí una fila de asientos con suficiente espacio y decidí olvidar que había pagado el doble y un poco más del costo en el "ordinario". Gracias a Dios, llegamos con bien. Lo bueno: La película-documental y la ausencia de predicadores. Lo malo: El aire acondicionado y la acumulación de olores dentro de la unidad. El regreso fue distinto. Me vine en uno verde. Su costo, lo justo. Las ventas ambulantes, el retraso en su ruta por el paso a Atiquizaya y Chalchuapa y, lo más triste, el espacio al predicador. Lo confieso, respeto las distintas denominaciones del cristianismo en este país, pese a lo que se dice sobre algunas, pues; SIN EMBARGO, debe respetarse la libertad de culto y yendo sentado en la unidad de transporte, que en su pasillo central le da espacio a una persona para que desarrolle su prédica, es una más de esas claras violaciones a dicho derecho. Sin mencionar el drama, exaltación y chistes crueles durante su "sermón". Aún me duele la cabeza producto del A/C.
Se ha escrito,
Paz y Bien.
PD: El título de esta entrada surge a partir del calificativo que usó varias veces el predicador, para referirse a las ovejas perdidas
Se ha escrito,
Paz y Bien.
PD: El título de esta entrada surge a partir del calificativo que usó varias veces el predicador, para referirse a las ovejas perdidas
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