A propósito de...
Hace cinco años, al graduarme en mayo de 2007 de estudios del Derecho, desmotivado por la práctica jurídica en este país, tomé la decisión de matricularme en la Universidad de El Salvador. Para ello, tuve que pagar los trámites de admisión, reunir la documentación, formar carpeta, someterme al examen y aprobarlo. En Febrero del siguiente año ya aparecía en la lista de estudiantes de Periodismo.
El Destino me mantuvo en dicho lugar dieciocho meses. Diez materias aprobadas, excursiones inolvidables, nuevos conceptos aprendidos y casi una decena de amigos en la bolsa. Sin duda, una experiencia muy bonita que me despejó varias dudas. Entre éstas la realidad estudiantil dentro de la UES.
Para el 2009 fue cuestión de dejar cerrar el ciclo 01, la decisión se había tomado, abandonar la carrera, dedicarme por anticipado al precipitado 2010, reservar matrícula y dar un paso al costado, momentáneo. Una pausa al sueño del periodismo. Ni modo.
Causalidades de la vida, en el 2012 me enamoré de una comunicadora. Ella, diga usted lo que quiera, forma parte del elenco de la Obra. Descubrimiento de la paciencia y la esperanza. Quizás más del valor, la verdad y el deber ser. Junio, Biggest, quesadilla de pollo y papas "twister". ¡Ah! como si fue ayer. Hermoso.
Y, bien, a propósito del "Día del Periodista", aprovecho esta entrada para aclarar algunas opiniones de este servidor, referentes a la labor del periodista y la realidad laboral de algunos en este país. Iré por partes, lo adelanto.
Hace algunos días se cuestionó el amor que profeso hacia una persona, a partir de la crítica personal a su realidad laboral y a su lugar de trabajo. Seré breve. Estudié Derecho, me agrada la materia laboral, conozco las reglas del juego, me inquieta el irrespeto a las prerrogativas y sus consecuencias a nivel familiar. Eso, en resumen, pues.
Por favor, comprendan ésto: Admiro y respeto mucho ese oficio. Quise desarrollarlo, desistí y limité mi espacio a este blog. Descartando los ataques de celos y machismo, o los movimientos en defensa de la familia, no recuerdo haber menospreciado su labor como periodista. Es más, tanto es mi gusto por dicha profesión que en más de una decena de ocasiones le he acompañado en la cobertura de eventos.
Sobre el lugar de trabajo: Bueno, si se conversara un poco más con ella, se conocerían aquellos detalles que han generado molestia en este servidor. El que se considera mi amigo sabe que frente a la injusticia, el silencio no es opción. No para mí. Por lo mismo, expongo mi opinión, publico mi queja y critico las prácticas dentro de ese medio de prensa escrita. Obvio, sin hacer a un lado que éste es el proveedor del pan, el vestido, el transporte y demás bienes para ella.
Y cómo poder callar cuando noto la tristeza, decepción e indignación en el ser amado cuando: Se resta importancia a sus temas; se valora poco el esfuerzo y el riesgo de su trabajo; se despilfarran las horas extras NO remuneradas dentro de la sala de redacción; se sufre la desorganización y particular dinámica laboral del Jefe; se soporta incomodidad frente al machismo de "la fuente"; se enfrente al problema de sacar notas "express" porque se trata de competir a como de lugar con el otro medio, haciendo a un lado la investigación debida y el cruce de información necesario; se tropieza con el dilema de firmar con tu nombre o no una nota por su contenido "tendencioso"; se recibe la desconfianza y la falta de apoyo del superior pese a la entrega -particular- a tu trabajo; se limita la interacción con la familia por el horario de coberturas, la extensión de los turnos o la falta de criterio del superior.
En fin, tanto que decir y por lo que uno se puede molestar. Lo mío, en este caso y por mis circunstancias, es defensa. Nada más. Sé que te agrada mucho tu oficio, me lo has dicho, se te nota en la práctica. Siendo justo e inteligente, a mí me queda apoyarte, defender tus intereses y gustos, acompañarte y compartir tu felicidad por esa profesión. Lo sabés, te lo he dicho: te admiro mucho y sé que lo observado es solo una pequeña muestra de tu capacidad real.
Ojalá se haya transmitido con claridad el mensaje. Recuerden: No se trata de amar más, menos o lo suficiente. Yo busco conocer, comprender, atestiguar, entender, tolerar y, por supuesto, amar. Ahora, solo queda disfrutar y participar de los festejos. ¡Felicidades!
Se ha escrito,
paz y bien.
Hace algunos días se cuestionó el amor que profeso hacia una persona, a partir de la crítica personal a su realidad laboral y a su lugar de trabajo. Seré breve. Estudié Derecho, me agrada la materia laboral, conozco las reglas del juego, me inquieta el irrespeto a las prerrogativas y sus consecuencias a nivel familiar. Eso, en resumen, pues.
Por favor, comprendan ésto: Admiro y respeto mucho ese oficio. Quise desarrollarlo, desistí y limité mi espacio a este blog. Descartando los ataques de celos y machismo, o los movimientos en defensa de la familia, no recuerdo haber menospreciado su labor como periodista. Es más, tanto es mi gusto por dicha profesión que en más de una decena de ocasiones le he acompañado en la cobertura de eventos.
Sobre el lugar de trabajo: Bueno, si se conversara un poco más con ella, se conocerían aquellos detalles que han generado molestia en este servidor. El que se considera mi amigo sabe que frente a la injusticia, el silencio no es opción. No para mí. Por lo mismo, expongo mi opinión, publico mi queja y critico las prácticas dentro de ese medio de prensa escrita. Obvio, sin hacer a un lado que éste es el proveedor del pan, el vestido, el transporte y demás bienes para ella.
Y cómo poder callar cuando noto la tristeza, decepción e indignación en el ser amado cuando: Se resta importancia a sus temas; se valora poco el esfuerzo y el riesgo de su trabajo; se despilfarran las horas extras NO remuneradas dentro de la sala de redacción; se sufre la desorganización y particular dinámica laboral del Jefe; se soporta incomodidad frente al machismo de "la fuente"; se enfrente al problema de sacar notas "express" porque se trata de competir a como de lugar con el otro medio, haciendo a un lado la investigación debida y el cruce de información necesario; se tropieza con el dilema de firmar con tu nombre o no una nota por su contenido "tendencioso"; se recibe la desconfianza y la falta de apoyo del superior pese a la entrega -particular- a tu trabajo; se limita la interacción con la familia por el horario de coberturas, la extensión de los turnos o la falta de criterio del superior.
En fin, tanto que decir y por lo que uno se puede molestar. Lo mío, en este caso y por mis circunstancias, es defensa. Nada más. Sé que te agrada mucho tu oficio, me lo has dicho, se te nota en la práctica. Siendo justo e inteligente, a mí me queda apoyarte, defender tus intereses y gustos, acompañarte y compartir tu felicidad por esa profesión. Lo sabés, te lo he dicho: te admiro mucho y sé que lo observado es solo una pequeña muestra de tu capacidad real.
Ojalá se haya transmitido con claridad el mensaje. Recuerden: No se trata de amar más, menos o lo suficiente. Yo busco conocer, comprender, atestiguar, entender, tolerar y, por supuesto, amar. Ahora, solo queda disfrutar y participar de los festejos. ¡Felicidades!
Se ha escrito,
paz y bien.
Comentarios
Publicar un comentario