Súúúúper
Hace poco más de tres años, la vida hizo presión y facilitó (?) el gusto y aprendizaje de las visitas a un supermercado. Aclaro, ese lugar no era extraño para mí en ese momento; la responsabilidad de colocar el producto en la carretilla y pagarlo en la caja sí. Lo confieso: Le tomé gusto a dicha actividad. Pienso que aquel sentimiento que surge, a partir de ese momento en el que te sostenés materialmente por tu propio esfuerzo y sacrificio laboral. El sudor de tu frente, manos, piernas y axilas se transforma por arte de magia (?) en dinero y éste te sirve de medio de intercambio, permitiéndote saciar tus necesidades materiales. En los dos años y medio que pasé fuera de la casa de mis padres, me tocó visitar el Selectos, a veces a pie otras en carro. Recuerdo una vez que nos tocó caminar varias cuadras para abordar el bus de regreso al apartamento. En fin. Confieso que deseo retomar dicha práctica. Dos veces al mes me parece suficiente. Algo me dice que en el 2014 regreso a las canchas de los pasillos y los estantes. Dios sabrá.
Se ha escrito,
Paz.

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