Empatía Institucional

Esta mañana, de visita en el CNR, subí a la segunda planta del módula "A". Muchos le llaman "Catastro", yo prefiero nombrarlo así: IGCN. Lo confieso, me animé a subir porque busqué dejar pasar el tráfico de las ocho sobre la JPII. Habiendo subido las gradas, me atendió una cara conocida. Diez años no pasan de balde. Cuestión de actitud. El rostro serio no debe mantenerse todo el tiempo. En fin. Me dijo que esperara y me senté. Mientras tanto, rostros acongojados circulaban por los pasillos restringidos del Instituto. Algunos se acercaban al oásis, mostraban tristeza. Sin duda, algo había pasado. Casi 20 minutos después, ya a media atención de la asesora, me dijo ella misma que una compañera había fallecido. Una noticia lamentable que se iba conociendo poco a poco entre todos los compañeros de labores. A esta hora, seguramente, muchos de los que ví sollozando esta mañana, acompañarán a la familia doliente en alguna funeraria del país. Una noche de viernes muy triste. Me atrevería a decir que la difunta no pasaba de los 50 años. Desconozco hasta este momento el motivo de su deceso. Me quedo con la empatía percibida temprano, esa misma que traspasó la barrera de la muerte. Cosas de la vida. Compañeros de  trabajo, amigos, cheros. Ellos sabrán.

Se ha escrito,
Paz.

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