¿Un qué?

Esa necesidad rara de medianoche. Conclusión apresurada, con el impulso de la decepción y la molestia. Extraña. Lo pienso ahora y desisto. Recuerdo el consejo y me detengo. Cuestión de lógica y razón, me imagino. Difícil, cuando el corazón participa y opina. Anoche interpreté que "todo está en mis manos". ¿Qué hacer?, la pregunta repetida, los dulces sobre el piso, el apoyo de la amistad. Descansa, sugirió. "El toro por los cuernos", aseveré. Ahí vamos, procurando la solvencia en cada paso. Errores irrepetibles, reacciones legítimas y prudentes. Zapes oportunos. Gracias. El reencuentro conmigo mismo y la conclusión: No necesito un Quique.

Se ha escrito,
Paz.

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