El Arma y sus Municiones
Plástico, celeste, de corte alto. Sus paredes simulan gotas. El desgaste por el mascón y su corte a la mitad. Contenedor de líquidos. Casi todos dulces. Esos días, agua. Nada más. Detectó su función y jugó sucio. Un rato le duró, aunque varió los escenarios. Curioso, persecución insistente, pero por poco tiempo. Lo guardé detrás de un vidrio, entre madera prensada. Así pasó más de 2 años, rodeado de libros, sin recibir el polvo, en exhibición de hogar, viendo pasar al verde y a la pareja transparente. Su descuido quedó atrás. Ahora, aguarda en el freezer, esperando su uso. Un cariño especial, por compañía, presencia y medio. Iré por agua.
Se ha escrito,
Paz.
Comentarios
Publicar un comentario