El diputado... ¿De la Hoya?
No termina de convencerme el título de esta entrada. ¡
Bah!, dejémoslo así. Quizás el hambre me hace pensar otras cosas. O la sed.
Domingo por la noche, el calor de la plancha a cortos metro y medio y la bulla de un joven cuya voz parece de una doña de 60. Quién sabe.
Anoche, el consumo del alcohol llevó a un diputado de la Honora...(¡Bue!, seré honesto, el honor se vuelve escaso, más en el Salón Azul), de acuerdo con algunos medios de prensa nacional (LPG, EDH, La Página y El Faro), desarrolló supuestamente violencia intrafamiliar, en contra de su joven esposa.
Omitiré nombres, porque usted puede leer las fuentes y darse cuenta.
El Legislador será inocente, hasta que se demuestre lo contrario.
Por desgracia, su esposa no será la única mujer agredida este fin de semana.
¿Razones?, ¿Motivos?, ¿Circunstancias?. La mayoría de mujeres en mi TL de Twitter expresaron que: "no deben existir necesariamente". Y sí, razón existe en sus comentarios. Ojalá confirmen esa idea con sus actos, cuando les toque el papel de victimarias. Digo, en honor a la congruencia, pues.
Y no faltó aquella que criticó la reputación de la víctima en la nota, mezclando al puto dinero con sus intenciones femeninas. Cada quién, ¿no?. En fin.
Una mañana llena de defensa de género, de desprecio hacia el machismo, el maltrato hacia la mujer y de defensa hacia sus derechos.
Bueno, al susodicho diputado hasta le ofrecieron los golpes, en la comodidad de, quizás, algún sillón y un dispositivo móvil con acceso a las Redes Sociales. Está de moda, ¿no?.
Y para no salirnos del huacal, no faltaron aquellos tuiteros que buscaron sacar "raja partidaria" de todo ésto.
¡Claro!, en tiempos de crisis se debe sacar el provecho de todo, ¿no?. Triste.
El maltrato dentro de la familia no es algo nuevo para mí. Lo viví y en mi conciencia viaja con claridad su significado.
He prometido no tropezar en esa piedra y lucho a diario, ahora, desde mi posición de esposo.
Propongo hacer la crítica a un lado y reflexionar valiente y honestamente sobre el trato que entre seres humanos desarrollamos.
Reducir a misoginia el problema, no ayuda. Más bien, detiene.
Una vez más, la educación, la formación en valores y la sincera autocrítica, las palancas en el camino.
La violencia y su ejercicio, dentro de una sociedad machista, es un tema serio.
Diluirlo, burlescamente, entre senos postizos se reduce a eso. Nada. Piénsenlo.
Lo de anoche, una fotocopia más de la realidad familiar salvadoreña. Gritos, insultos, golpes y lágrimas.
En esta ocasión, más de 4 paredes de ladrillo y hierro como testigos mudos.
A esta hora del domingo, ojalá y no cambie el escenario por láminas o bahareque.
Algo debe hacerse, ¿no?. Empecemos con el buen ejemplo. La Justicia y la Presión Social harán su parte en este penoso caso.
Se ha escrito,
Paz.
Un caso por demás penoso, y siendo honestos siempre se echo de ver que, esa tal Mireya se casó con él por puro interes, y ahí estan los resultados.....
ResponderEliminarQue lástima por la chera