Tengo hambre...

Una frase que suele escucharse cada 4 ó 5 horas al día, mientras se acerca cualquiera de los "tiempos" de comida, ¡claro!, el organismo pide energías y la mejor forma de brindárselo es a través de los alimentos.

La semana pasada, medios de prensa escrita de nuestro país publicaron entre sus notas la intoxicación masiva de una familia, por haber ingerido alimentos elaborados con semilla "mejorada".

La pobreza extrema se refleja en nuestra población de muchas formas. Una de ellas es la desnutrición. Morazán, Cabañas y Chalatenango son los departamentos que presentan mayores índices dentro de nuestro país, según algunas fuentes.

El hambre, definida como "Escasez de alimentos básicos, que causa carestía y miseria generalizada"*, es, desgraciadamente, la triste realidad de muchos. Algunos culpan al "sistema económico", otros al Gobierno y unos cuantos critican al EGOISMO desmedido en la población de este planeta. Para mí, la culpa está "repartida".

Ahora, el hambre, definida como "gana y necesidad de comer"*, la tenemos todos, 3 veces al día, como mínimo, el organismo nos pasa factura. Es normal, natural, biológico, una necesidad fisiológica, diría alguien, talvez, sea lo que sea, para mí, debe implicar una realidad alimentaria predefinida (los medios para calmarla, por ejemplo).

A qué me refiero con "realidad predefinida", bueno, es simple, trabaje de conformidad al número de "bocas" que desea alimentar. Reparta y dé sustento, pero ¡atento!. El "maná" estará en su mesa, o en su plato, si su trabajo (o el de otra alma caritativa) lo lleva. Esto, entre otras cosas.

Dijo alguien por ahí: "No le regales un pescado, enséñales a pescar". Sabiduría de por medio.

Se ha escrito.
Paz.

*: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=hambre

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